Insectos: la nueva industria millonaria que transformará la alimentación mundial

Insectos: la nueva industria millonaria que transformará la alimentación mundial
febrero 10, 2025 - by Internacional
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La cría de insectos está revolucionando la alimentación mundial. Con un crecimiento anual del 27,8%, se espera que esta industria alcance los 8.000 millones de dólares en 2030, según un informe de Meticulous Research, Su bajo impacto ambiental y alto valor proteico los convierten en una alternativa clave para la sostenibilidad alimentaria y la nutrición animal.

Con una población mundial que alcanzará los 9.000 millones de personas en 2050, según las previsiones de la ONU, la demanda de materias primas será enorme, mientras que la producción disminuirá debido al agotamiento de los recursos naturales. Esto hace más urgente que nunca desarrollar fuentes de alimentación sostenibles, y aquí es donde los insectos juegan un papel clave.

Escarabajos, grillos, langostas, moscas y polillas tienen un enorme potencial para la alimentación animal, ya que ofrecen un sustituto rico en proteínas y de mayor calidad que la tradicional harina de pescado, cuyo modelo de producción es insostenible.

Por ejemplo, la harina de pescado puede reemplazarse por harina elaborada a partir de larvas de mosca, gracias a su composición similar de aminoácidos. Del mismo modo, los grillos pueden molerse para producir pasta o proteína en polvo, que ya se comercializa como suplemento nutricional en distintos mercados.

Además, está demostrado que la cría de insectos requiere muchos menos recursos que la ganadería tradicional, tanto en tierra como en agua y espacio, y tiene la capacidad de transformar desechos orgánicos en productos finales ricos en proteínas, aptos tanto para la alimentación animal como humana. Ante el cambio climático, la creciente inseguridad alimentaria y una inminente crisis ambiental, la cría de insectos se perfila como una de las soluciones más viables y sostenibles para el futuro de la alimentación.

Cría de insectos
En España la ganadería de insectos –la práctica de criar y producir insectos de manera controlada y a gran escala para diversos usos–, también conocida como entomocultura o insecticultura, está ganando terreno rápidamente y cuenta ya con 37 granjas.

En Salamanca, la empresa biotecnológica Tebrio anticipó hace diez años el negocio de esta industria. Desde entonces ha dado un salto de gigante y ya ha puesto la primera piedra de la que será la granja de insectos más grande del mundo. Tendrá 90.000 metros cuadrados y una capacidad de producción anual de más de 100.000 toneladas de productos cuando esté concluida. Una producción que incluye proteína de alta calidad y lípidos para la elaboración de productos destinados a alimentación animal, biofertilizantes 100% orgánicos y quitosano, con aplicaciones en los sectores farmacéutico, cosmético y de bioplásticos.

Adriana Casillas
Adriana CasillasArchivo
La nueva factoría, que generará 150 empleos directos y 1.350 empleos indirectos, tendrá en el último trimestre de 2025 finalizada su primera fase, y se espera que en 2028 concluya la edificación de todo el proyecto. El coste de la construcción será de 110 millones de euros.

En 2014, la CEO de esta megaempresa, Adriana Casillas, junto con su socio fundador, Sabas de Diego, dieron los primeros pasos motivados por su preocupación por el medioambiente. Decidieron que era momento de actuar y encontraron la solución: utilizar insectos para alimentar a los animales y así reducir la huella de carbono. El insecto elegido para el desarrollo de sus productos fue el gusano de harina (Tenebrio molitor).

«Primero, porque el tipo de producto final que podemos obtener de este insecto es de alta calidad y tiene un posicionamiento premium en el mercado. Además, para que esta industria genere un impacto real en la sociedad, es fundamental producir grandes volúmenes de materia prima, lo que nos llevó a optar por una especie con bajo riesgo industrial. No es lo mismo trabajar con un insecto que repta, como el escarabajo, que con uno que salta o vuela, ya que estos últimos son más difíciles de controlar en un entorno de producción», explica Casillas.

“Cuando todo esto comenzó había una alegalidad en el uso de los insectos como alimento”

Pero llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas. Cuando empezaron no había nada legislado. «Cuando todo esto comenzó había una alegalidad en el uso de los insectos como alimento, no había nada que dijera lo que no se podía hacer, pero tampoco que sí se podía hacer. Dentro de lo que es el sector alimentario la alegalidad se entiende como ilegalidad. Además, estamos hablando de seguridad alimentaria, de cosas muy serias. Decidimos constituir una plataforma en Bruselas con varias empresas europeas y empezamos a trabajar en el tema regulatorio», añade Casillas.

Actualmente el cultivo de insectos está abierto al mercado de la acuicultura, de las mascotas, para alimentar cerdos y aves, y también se está regulando el propio uso del fertilizante. «Aún quedan muchas cosas más por regular y aunque el sector está en pañales, en 15 años estaremos ante una industria consolidada», dice convencida. «Será como cuando llegó el sushi y al principio nos daba asco comer el pescado crudo», añade Adriana.

Cómo la cría de insectos reducirá la huella de carbono
El modelo actual de consumo y economía social implica que la generación de residuos por una población en crecimiento está, en paralelo, en aumento. Esto implica la necesidad de implementar medidas estratégicas y de planificación para reducir el volumen de desechos producidos por diferentes actividades antropogénicas y que, en mayor o menor medida, generan daño medioambiental.

En este contexto nació Entomo AgroIndustrial con el afán de desarrollar proyectos industriales de producción de insectos para la transformación de materia orgánica en materias primas de alto valor añadido. «Somos una empresa de servicios. Establecemos alianzas con compañías agroalimentarias que generan residuos y les ofrecemos soluciones adaptadas a sus necesidades. Diseñamos biofactorías que se construyen y operan donde sean necesarias, lo que nos ha permitido tener un enfoque global desde el principio», explica Diego Amores, fundador y CEO de esta empresa murciana surgida en 2016.

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