El argentino que desafía el modelo de agrotóxicos desde su casa de campo y con harina orgánica

El argentino que desafía el modelo de agrotóxicos desde su casa de campo y con harina orgánica
agosto 13, 2024 - by Internacional
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Es una mañana fría pero soleada en el Paraje El Gallo, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Tandil, en el centro-este de la provincia de Buenos Aires (Argentina). En su casa de campo, Damián Colucci se calienta con una cocina a leña. Toma y convida mate amargo. Lleva una boina y contesta las preguntas con calma, amasándolas.

Cada tanto, mira al horizonte que aparece por su ventana: se ve un campo de tierra pura, lista para trabajar. Luego mostrará con orgullo sus zapallos, sus papas y, principalmente, la harina que muele con los cereales orgánicos que produce. Lleva más de 20 años de producción agroecológica en una región que, mayormente, toma otro camino: el de cultivos con alta carga de insumos y agrotóxicos, con la consecuente erosión del suelo y contaminación. “Ahora la vida de campo no es sencilla. Ahora el campo es agroindustria”, resume.

Colucci compró este campo de 64 hectáreas en 2000, cuatro años después de la aprobación en Argentina del uso de semillas transgénicas y agroquímicos. No existía esta casa en la que está, ni el campo listo para sembrar ni los árboles. En aquellos años, era un “bicho raro”; tanto que los vecinos se preguntaban por qué un chico de 20 años había decidido dejar la ciudad para irse al campo.

“Ahora las cosas cambiaron, pero acá eran muy conservadores. Al principio, decían que había hecho algo muy malo y por eso mi familia decidió dejarme encerrado en el campo”, recuerda con una sonrisa.

Al principio, la idea era sólo vivir del campo. “Me encontré con una tierra muy fértil. Lo primero que hice fue sembrar mi comida. ¡No podía vivir en el campo sin hacerlo! Empecé con una huerta y a los pocos meses sembré trigo. Elegí las variedades de ciclo largo. Empecé con los cereales y no paré”, cuenta.

Actualmente, Colucci produce unos 20.000 kilos mensuales de harina de trigo, centeno y salvado de trigo de su marca Monte Callado, que muele en su molino de piedra de granito. “El molido a piedra es diferente al convencional. El grano no pierde aromas y la harina sale con un gran perfume; en definitiva, es la harina que comió la humanidad durante miles de años. Lo que comemos ahora es nuevo para el ser humano: algo blanco, ultra refinado y molido industrialmente”.

Comenzó vendiendo su harina a una escala muy pequeña, principalmente a familias interesadas en hacer pan y pizzas con harina orgánica. Hoy su producto es muy valorado por fábricas de pastas, restaurantes y almacenes naturales. También muele granos de otros productores, que quieren hacer su propia harina. Incluso comenzó a compartir su know-how en el curso anual al que llamó La vida autosuficiente en la pampa húmeda. Cómo producir, procesar y conservar alimentos.

“Conocía los peligros de los agroquímicos y nunca se me pasó por la cabeza usarlos. Desde el primer día comencé de forma agroecológica, aunque en aquellos años no existía esa palabra. Por supuesto, no me fue bien desde el principio. Me di cuenta de que mi fuerte tenía que ser la agricultura de trigo. Lo más noble que puedo hacer es producir alimentos que yo pueda procesar y que la gente pueda comer”, dice Colucci, que se convirtió en un referente en la zona.

El país

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